“Estaciónate ahí, voy a saludar a un amigo” me dijo mi padre al llegar a la garita de la aduana en la carretera cuando íbamos al rancho.
Yo tenía unos 14 años y aprendía a manejar.
Bajamos de la camioneta y entramos a la garita, vi que en una bolsa de mandado de papel había una gran cantidad de billetes.
Posteriormente en el camino al rancho le comenté a mi padre de esto, me explico “son las tres mitades:
- Una mitad del dinero es para el administrador de la aduana
- Una mitad de la otra mitad es para quien hizo el “arreglo”
- La otra mitad de la mitad es para todos los oficiales en turno en la garita en ese momento
Le platique recientemente a un amigo, me dijo que alguna practica similar a esta repartición aún se lleva a cabo hoy en día.
Puedo oír a Sergio Sepúlveda exclamando “difícil de creer”.
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